miércoles, 13 de mayo de 2015

Ni un feminicidio más: Declaración sobre la violencia mediática

La Red de Observatorios convocó a sumarse adhiriendo a esta declaración de repudio a la violencia mediática ejercida ante el tratamiento de los feminicidios para ser circulada de manera pública en diversos medios e instituciones.  El Sindicato de Prensa de Comodoro Rivadavia adhiere en todos sus términos y convoca a colaborar con la difusión de la misma. 
La Declaración:
Ni un feminicidio más
Desde la Red de Observatorios de Comunicación y Género coordinada por el Laboratorio de Comunicación y género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (UNLP), expresamos nuestro más enérgico repudio a los modos en que la cultura mediática continúa operando ante el contexto de emergencia social, cultural y política que subyace a la sistematicidad de casos de asesinatos de mujeres por el solo hecho de ser mujeres.
Ayer encontraron enterrado el cuerpo sin vida de Chiara Páez de 14 años en el patio de la casa de su novio, quien quedó detenido por el crimen. La adolescente, que estaba desaparecida hace una semana, tenía un embarazo reciente y fue asesinada a golpes. Chiara, Daiana, Angeles, Lola, Melina…y la larga lista de nombres ya sin aliento de vida continúa.
No se trata del caso del día y su resonancia mediática, todas las violencias que se inscriben en los cuerpos y en los existenciarios de las mujeres están abonadas en las legitimaciones discursivas que se empeñan en cristalizar el sentido de la dimensión “trágica”, de las presunciones sobre los circuitos de circulación de las mujeres en lugares y horas no apropiadas, de indicar las conductas que propician la amenaza y la agresión de las que objeto las mujeres a diario, del cariz “monstruoso”, “psicopático”, “perverso” de los victimarios como si la patologizaciòn fuera una explicación del creciente y cruento fenómeno de los feminicidios en Argentina.
Lo que estas retóricas discursivas permiten, es consolidar el ejercicio pedagógico de obliteración de las tramas de poder que se tejen por debajo y alrededor de las historias de vida de las víctimas, del modus operandi de los femicidas y de las escenas del crimen. Si el género es relacional y es una de las dimensiones constitutivas del poder, lo que como sociedad deberíamos poder ver, en el discurso público es la trama simbólica de la violencia de género, que exige mirar no solo a la víctima como protagonista sino a al varón y su masculinidad hegemónica violenta como matriz identitaria, también como protagonista de las noticias y de las políticas públicas que aborden la problemática de manera integral, profunda, consciente y sistemática.
Es de destacar, el dato que arrojó el informe anual que hace el Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano”: cada 32 horas muere una mujer como consecuencia de la violencia de género, pero durante el Mundial bajó un 50 por ciento la tasa de feminicidios en el país. Hace 7 años quela organización hace un recuento de las muertes de niñas, adolescentes y adultas a partir de las noticias que publican las agencias de noticias y 120 diarios. Esta es la única estadística que hoy tenemos en el país sobre feminicidios.
En la complejidad de nuestras sociedades, la cultura del miedo y la cultura de la violación aparecen como operatoria simbólica de escarmiento y disciplinamiento de los cuerpos y existenciarios de mujeres que acceden al poder simbólico, sexual, material y económico y pone en jaque el rol tradicional del patriarca que sostiene, controla, conduce, tutela la vida de su progenie y sus mujeres y que ahora peligra y tiende a desaparecer del lugar del privilegio. La amenaza de la desaparición forzada del status de la identidad masculina aprendida con su paquete de potencias simbólicas, sexuales, materiales y económicas debe reafirmarse y actualizarse en su performance cotidiana so pena de perderse.
Lo que la hegemonía mediática insiste en perpetuar con la cobertura del “caso del día” “o del día a día” no es más ni menos que el tejido de sentido que propone la restricción de las libertades de las féminas que amenazan con alterar para siempre la esta estructura jerárquica de género.
Pero la dimensión pedagógica disciplinante no sería posible sin las complicidades, los silencios, la inacción y la naturalización como mecanismos que garantizan la eficiencia de la maquinaria patriarcal-capiitalista. De los 277 casos de femicidios registrados en el 2014, 21 estaban embarazadas, 39 habían realizado denuncias por malos tratos, 4 habían logrado órdenes de exclusión o restricción para los violentos, 7 eran mujeres trans y una sola se auto percibía lesbiana. Entre los homicidas, 10 pertenecían o eran ex miembros de las fuerzas de seguridad. La discusión en el Congreso del proyecto de ley que propone la pérdida de patria potestad para los femicidas condenados, es otra discusión que como sociedad también debemos darnos.
ADHIEREN:
* Observatorio de Comunicación y Género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (UNLP)
* Sindicato de Prensa de Comodoro Rivadavia

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