miércoles, 14 de septiembre de 2011

Transito inútil

por Sebastian Russo

Han muerto trabajadores. Una vez más, los muertos, son trabajadores. Los que al alba, salen de sus casas, de noche, con frío, toman uno, dos, mil colectivos, trenes, subtes, para arribar esforzada y puntualmente al ámbito, en el que generarán el plus-valor que los mantendrá siempre trabajadores.
Han muerto trabajadores. Nuevamente son ellos los muertos. Los que tienen que yugarla. Los carne de cañón. Los que agachan el lomo. Los que la sufren. Los que resignadamente se saben menos. Y vuelven a levantarse al alba, día tras día.
Trabajadores. Que hasta su último esfuerzo, obedecen órdenes indignas, que los ponen en riesgo, al borde de sus posibilidades, de sus seguridades. Como engranaje viejo, que gira, gira, hasta que exhausto se suelta, o se rompe, o se duerme, y avanza más de lo que debía hacerlo.
La máquina no puede detenerse. La televisiva, y sus subproductos enfermizos, de algarabía macabra, de consumo vil. La productiva, de hierros que se retuercen arrastrando carnes, sangres, sueños módicos.
El colectivo 92, con su carrocería despedazada, abierta, fue estacionado a unas cuadras de casa. En la fría noche de balvanera, un tajo inesperado, una puerta espectral a un infierno reciente. Impávido, conmocionado, detenido en mi marcha al calor hogareño, intento morbosamente conectar esos hierros fríos, moldeados por la tragedia, con la intensidad brutal de los trabajadores que en ese insospechado santuario murieron. Imposible. La muerte es sagrada, impenetrable para los vivos. Las calles siguientes se volvieron absurdas, tránsito inútil.
Enviado por Paz Escobar, Trelew.

1 comentario:

  1. Paz Escobar:
    Creo que lo único inútil es bajar los brazos, se pierden/arruinan/degradan/violentan/enferman demasiadas vidas como para bajarlos. Es inútil escudarse en la rutina diaria, la realidad de un sistema que te abandona a tu suerte te alcanza en un tren o en un hospital público o en tu trabajo que te mata de a poco por falta de garantías de salud y seguridad. La realidad de la muerte de a poco o instantánea nos alcanza, es inútil refugiarse en uno mismo. See pierde demasiado con la resignación. Sólo se tienen chances de avanzar hacia un mundo de belleza, felicidad, bienestar y deseo en la acción diaria y organizada por la transformación y eliminación de este perverso e inútil orden impuesto para la mayoría.

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