El jueves, durante una convocatoria gremial frente a la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), matones de ese sindicato agredieron a golpes a Tomás Eliaschev, hijo del reconocido periodista Pepe Eliaschev y parte del staff de Perfil.com. El golpe (con un elemento contundente) le produjo un corte en la zona ocular que, hasta ayer a la madrugada, hizo temer el riesgo de un daño permanente, luego descartado. Tomás Eliaschev estaba allí pidiendo la solidaridad de la UTPBA ante un despido en la versión digital de PERFIL.
La comisión interna de este diario está dirigida por representantes de la Lista Naranja, ligada al Partido Obrero y proscripta por la conducción kirchnerista de la UTPBA para el proceso de renovación de autoridades del gremio. Fue cuando un integrante de la patota que custodiaba la puerta del sindicato arremetió contra Eliaschev, dejándolo tendido en el piso, bañado en sangre. Suena curioso e indignante: se supone que el periodismo debe prevenir y combatir la violencia, denunciándola en base a información certera. Sin embargo, cuando el jueves último un grupo de supuestos periodistas decidió utilizar los métodos de las barras bravas para resolver una disputa interna, se ensució a la profesión.
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